II. Dice que se encuentra totalmente agotado de escribir. ¿Por qué?

 


Creo que esta también es una buena pregunta pero sospecho que no tengo una respuesta tan clara e imaginativa como para la anterior. Lo primero es aclarar que esta sucesión de preguntas y respuestas a la que me estoy sometiendo tiene que ver con mi carrera como periodista musical. Mejor dicho, con el final, por agotamiento, de mi carrera como periodista musical. Por eso, entiendo que cuando me preguntas por escribir, te refieres a escribir sobre música. O eso espero porque es en eso en lo que yo pienso cuando contesto a esa pregunta. 

 

Estoy totalmente agotado de escribir sobre música. No estoy totalmente agotado de escribir en absoluto. Pero la frustración y el hartazgo subyacente en la primera idea empaña, en demasiadas ocasiones, las ilusionantes oportunidades que conlleva la segunda. Entendiendo la escritura como una aventura similar a la lectura y no como un campo minado y acotado. 

 

Ese campo minado y acotado es como veo a día de hoy el ejercicio de escribir sobre música. Por diferentes razones. Pero todas ellas ayudarían a explicar la situación. Este año se cumplen treinta años de mi primer artículo semi profesional en prensa musical escrita. Tres décadas en las que he pasado por múltiples situaciones en relación con la música. Al principio era simplemente un crío que creía ser capaz de escribir sobre música. Posteriormente me convertí en un crío que alcanzó su sueño de ser profesional escribiendo sobre música. Viví una época de desilusión porque pensé que la prosperidad estaba lejos de ese profesionalismo. Luego fui una especie de freelance que escribía tanto por pasión como por la recompensa económica. Evolucioné hacia un estadio en el que ya solo quedaba pasión y la recompensa económica caía en el olvido. Y con los años la pasión fue desapareciendo o bien apareciendo a cuentagotas hasta el punto de que únicamente era capaz de escribir decentemente si lo que me empujaba a escribir removía mis entrañas y mis emociones. 

 

Hoy en día me noto cansado. Siento que todo ha quedado dicho. Que la prensa musical ha quedado arrinconada. Que en nuestro mundo ya a nadie le interesa nada que le pueda decir otra persona si no queda reducido a unos 150 caracteres o a un vídeo de escaso minutaje. Siento que escribir sobre música es un ejercicio tan heroico como estéril. Algo que para cuando lo haces ya no queda nadie interesado allí. 

 



Pero esto no es lo peor. Lo peor es la sensación de repetirse. De que ya esté todo dicho. De creer firmemente que elementos como la cultura pop, la música, la calle, los clubes y las bandas han de recaer sobre las generaciones que ocupan ese espacio tiempo determinado. Esto es, yo, Izkander Fernández, a mis 47 años no puedo estar diciéndoles a las generaciones actuales que han escogido el camino de la creatividad musical cómo han de ser o pueden ser las cosas. Y, menos todavía, como eran en el pasado.


Si la prensa musical ha de sobrevivir a la hecatombe que la agrede cada día que pasa, ha de hacerlo con la misma energía que tienen los creadores. Esto es, creadores e informadores han de viajar en el mismo bote. Tienen que compartir los mismos espacios y caminar por las mismas calles, o callejones. Saltar o zambullirse en los mismos charcos.

 

Claro está que la prensa musical se enfrenta a múltiples amenazas. La primera, a su vigencia e importancia. Cuestiones que ya no posee. La segunda es a su sistemático maltrato. La tercera tiene que ver probablemente con su propia naturaleza y debe quedar zanjada en una pregunta que tenga una reflexión como respuesta. Y esa pregunta es, ¿Es necesaria la prensa musical escrita?

Comentarios