Menos viernes negros y más discos de Willis Drummond


 

El black friday me ha superado. Primera madrugada de la nueva temporada sin partidos de NBA y ningún regalo o capricho que comprar en unas hipotéticas rebajas post acción de gracias. ¿Acción de qué? Supongo que al final acabaremos celebrando el puto Thanksgiving como si los pioneros hubiesen sido parte de nuestra historia. Lo conseguirán. Y cuidado, que mi cultura del ocio se basa prácticamente por completo en el entretenimiento yankee. Pero joder, algo se nos ha ido de las manos con esta campaña.


No más black friday sin black metal. En serio. No hay día más blackmetalero que un viernes de noviembre. Quizá un jueves de enero. Hay que darle unas vueltas. No más black friday sin partidos de la NBA. No sé si podría superarlo otra noche seguida. Si llevamos un par de años en los que Halloween parece una de nuestras fiestas de cabecera cuando hace nada era una colorida costumbre esencialmente estadounidense, el puto viernes negro se ha instalado en nuestro calendario. Especialmente en todas las empresas que tienen algo que vender y que rebajar ridículamente para que compremos, una vez más, antes de los regalos de navidad. Porque seguro que está todo bien estudiado y para navidades volveremos a comprar más porque nuestro ciclo de consumidor empedernido nos solicitará una nueva dosis.

Pues bien, yo hoy he comprado cuatro discos. Aunque realmente los compraré más adelante. He escapado, de momento, al black friday que tiene totalmente secuestradas las emisiones televisivas y radiofónicas. He logrado saciar mi sed de rock n' roll vía spotify, donde pago relogiosamente desde el primer día, pero el paso mental que separa a un disco de mi estantería ya lo he dado. "Tabula Rasa", de Willis Drummond, "Oneiric", de Big Jesus, "Midnight Motel", de Jack Ingram, y "Hardwired... to Self-Destruct", de Metallica.






Porque realmente, sería imposible un viernes más negro que un viernes sin IPAs en el que fuese imposible escuchar discos como estos cuatro.Con toda la libertad que nos dan para comprar, ¿No sería mejor que nos diesen libertad para beber hasta caer redondos y escuchar música como si fuesen espasmos cerebrales previos a una tormenta eléctrica de muerte y destrucción?

Claro, estos son los discos que yo elijo para este viernes teñido de negro de una forma capitalista y blasfema. Tu puedes tener otros. Lo importante, paradoja, este tenerlos. Previo pago. Previa compra. En este texto en el que estoy criticando que nos empujen a consumir alegremente por culpa de una tradición lejana a la nuestra, parece el momento idóneo para empezar a desbarrar. Pero no, desbarrar llevo desbarrando desde el principio.



Willis Drummond vuelven a la carga y hacen que nuestra existencia sea tremendamente vital. Son, ya mismo, junto con Berri Txarrak, el único grupo de mi generación que me ha hecho orgulloso de haber nacido en un año concreto de nuestra historia, ejem, más o menos reciente. De mi generación por tiempo y también por espacio, se entiende. "Tabula Rasa" nos muestra al cuarteto con Joseba B. Lenoir como guitarrista principal, con todo en su sitio pero, además, con unas guitarras más incendiarias, más rockeras al uso pero sin prescindir de la bella suciedad de la que siempre ha podido presumir la formación de Ipar Euskal Herria.

Big Jesus, de Atlanta, Georgia, son una banda joven de rock que mira de reojo a la historia reciente de la música con nervio y músculo. Suenan como si Smashing Pumpkins y Jane's Addiction se hubiesen ido juntos de borrachera durante un concierto de Deftones y, años más tarde, los supervivientes de la mega juerga hubiesen fundado Torche.

Jack Ingram es, por su parte, un superviviente del meloso country FM de Nashville que en su nueva obra se mueve por un territorio cercano al del Ryan Adams maldito y perdedor. "Midnight Motel" tiene una primera mitad sobresaliente que te arrancará unas lágrimas en cada canción.

Y para terminar esta irreverencia hecha texto, Metallica. Sin centrarme en lo que diablos sean a día de hoy, esta mañana de viernes negro soleado he escuchado dos veces su "Hardwired.... to Shelf Destruct" y, leches, tiene todo lo que se le puede pedir a Metallica en 2016 sin resultar pedantes, artificiales o fuera de tono.



Que nadie se olvide. No existe un viernes negro sin black metal y sin IPA's. Que la llama negra brille en la oscuridad. Adopten a un metalista satánico en sus vidas.

Gari HEREÑA

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