LOQUILLO Y TROGLODITAS Los años convulsos (1981-2008)
Un repaso a la historia oscura
de Loquillo y Los Trogloditas
En el documental “Loquillo: Leyenda Urbana”, resultaba chocante la poca presencia en el metraje de lo que para muchos son “los mejores años de su vida”. En palabras del dueño de ese camino serpenteado y plagado de equivocaciones, resultó que habían sido los peores. Pero aquel documental versaba sobre Loquillo, y no sobre los Trogloditas, y una parte importante de la generación que creció con ellos había aprendido a conocer y a amar a Loquillo y Trogloditas, no a Loquillo; y de hecho, cuando salieron del grupo dos de sus piezas esenciales cayó en picado el interés que despertaban. Desde los inicios del cantante y su banda, claves para comprender al personaje y una parte de la historia del rock español, hasta aquello en lo que ha derivado la banda tras los continuos cambios de formación, nos centraremos en el repaso de los claroscuros musicales y personajes de la que un día fue “nuestra banda de rock and roll”. 9 páginas.
Manuel L. Sacristán
Manuel L. Sacristán
LA LITRONA Y EL CANUTO
"Los Tiempos Están Cambiando" (1981) fue el primer disco de Loquillo. Suena todo lo fresco e inocente que quieran sus defensores, pero está facturado por una banda sin rodaje y cantado por un cantante que no sabía cantar. Sin embargo, tiene un valor que sería el sello de identidad de Loquillo durante su trayectoria: saber rodearse de músicos y compositores muy diversos, tanto en su estilo como en su personalidad. Las mejores canciones del disco son "Esto no es Hawaii (Que Wai)", compuesta a medias con Carlos Segarra de Los Rebeldes, y el primer himno de Sabino Méndez, la inolvidable "Rock and Roll Star". El disco suena como el culo, precipitado, dejando patente la ausencia de medios (porque “no había medios en España”, como si eso hubiese impedido a Nacha Pop grabar "Buena Disposición" sólo un año más tarde, en 1982, con un sonido que mira de tu a tu al de discos anglosajones de su época) y sin embargo desprende lo mismo que todos los discos de esta primera hornada asociada a “la movida”: energía, actitud, desparpajo y una total falta de pretensiones. Leño y Burning eran objetivamente mucho más sólidos, y para nada pretenciosos, pero la urgencia estaba en todos ellos. La esperanza era el arma frente a la carencia, mientras la heroína comenzaba a hacerse un hueco, pese a que Tierno Galván sólo había dado permiso para centrarse en la litrona y el canuto. Mientras Loquillo hacía la mili, el locutor Jesús Ordovás programaba "Esto no es Hawaii" como sintonía de su programa en Radio 3 de Radio Nacional de España, y "Rock and Roll Star" se convirtió en una de las canciones emblemáticas del rock español de los 80.
"El Ritmo Del Garaje" (1983) es un gran paso adelante. Por los estudios DoubleWtronics pasaron, en la primavera de 1983, varios de los cabecillas del “movidón”: Alaska, Poch de Derribos Arias, Iñaki Fernández, Ulises Malone o Julián Hernández (Siniestro Total), entre otros. Es un disco con relevancia histórica, veloz y enérgico. En su interior estaban tres de los clásicos de la banda, "El ritmo del garage", interpretado con Alaska, "Quiero un camión", con Alaska y Julián Hernández, y la balada "Cadillac solitario". También destacaba el canto al aburrimiento de "Barcelona Ciudad", con el que Loquillo justificaba su desembarco en Madrid. Cualquiera escribe algo así hoy en día sin temor a ser lapidado.
Los Trogloditas aparecieron en la película “A Tope” (1983) de Tito Fernández, un lastimoso film que aprovechaba el éxito musical de la movida, junto a Alaska y Dinarama, Nacha Pop, Derribos Arias, Golpes Bajos, Aviador Dro, Gabinete Caligari, Video y Objetivo Birmania. Loquillo en estos tiempos era, se dice, el niño bonito de los amos de la movida, dividida desde su gestación en punkis (Siniestro Total y en general todos los que provenían de Vigo), teñidos (encabezados por Alaska y los hermanos Auserón de Radio Futura) y niños pijos (esencialmente, Los Secretos y Nacha Pop). Alaska era la reina del cotarro, y había acogido a Loquillo con los brazos abiertos, igual que la madre de Julián Hernández de Siniestro Total. Ya se sabe que las madres gallegas son las perfectas anfitrionas: juzgan tu pelo y tus tatuajes con una mirada enternecedora de absoluta incomprensión, pero te dan de comer hasta que revientas. Una noche, según cuenta Hernández en su libro “¿Hay vida inteligente en el rock and roll?”, Loquillo apareció en la Vía Láctea de Madrid con su séquito de hombres y mujeres de pelo teñido, y pasó de largo sin reparar en la presencia de Julián en la barra. Este, ni corto ni perezoso, le puso la mano en el hombro, sin temor a los 193 centímetros del Loco, que inmediatamente le saludó cariñoso y le preguntó cómo estaba, y también le preguntó por su madre. “Estoy muy bien y mi madre también”, contestó Hernández, “Pero estaría mucho mejor si la próxima vez que me vieras me saludases”. Al parecer, siguen siendo amigos, y Alaska ahora es tertuliana en la COPE. Cosas de la movida.
"Los Tiempos Están Cambiando" (1981) fue el primer disco de Loquillo. Suena todo lo fresco e inocente que quieran sus defensores, pero está facturado por una banda sin rodaje y cantado por un cantante que no sabía cantar. Sin embargo, tiene un valor que sería el sello de identidad de Loquillo durante su trayectoria: saber rodearse de músicos y compositores muy diversos, tanto en su estilo como en su personalidad. Las mejores canciones del disco son "Esto no es Hawaii (Que Wai)", compuesta a medias con Carlos Segarra de Los Rebeldes, y el primer himno de Sabino Méndez, la inolvidable "Rock and Roll Star". El disco suena como el culo, precipitado, dejando patente la ausencia de medios (porque “no había medios en España”, como si eso hubiese impedido a Nacha Pop grabar "Buena Disposición" sólo un año más tarde, en 1982, con un sonido que mira de tu a tu al de discos anglosajones de su época) y sin embargo desprende lo mismo que todos los discos de esta primera hornada asociada a “la movida”: energía, actitud, desparpajo y una total falta de pretensiones. Leño y Burning eran objetivamente mucho más sólidos, y para nada pretenciosos, pero la urgencia estaba en todos ellos. La esperanza era el arma frente a la carencia, mientras la heroína comenzaba a hacerse un hueco, pese a que Tierno Galván sólo había dado permiso para centrarse en la litrona y el canuto. Mientras Loquillo hacía la mili, el locutor Jesús Ordovás programaba "Esto no es Hawaii" como sintonía de su programa en Radio 3 de Radio Nacional de España, y "Rock and Roll Star" se convirtió en una de las canciones emblemáticas del rock español de los 80.
"El Ritmo Del Garaje" (1983) es un gran paso adelante. Por los estudios DoubleWtronics pasaron, en la primavera de 1983, varios de los cabecillas del “movidón”: Alaska, Poch de Derribos Arias, Iñaki Fernández, Ulises Malone o Julián Hernández (Siniestro Total), entre otros. Es un disco con relevancia histórica, veloz y enérgico. En su interior estaban tres de los clásicos de la banda, "El ritmo del garage", interpretado con Alaska, "Quiero un camión", con Alaska y Julián Hernández, y la balada "Cadillac solitario". También destacaba el canto al aburrimiento de "Barcelona Ciudad", con el que Loquillo justificaba su desembarco en Madrid. Cualquiera escribe algo así hoy en día sin temor a ser lapidado.
Los Trogloditas aparecieron en la película “A Tope” (1983) de Tito Fernández, un lastimoso film que aprovechaba el éxito musical de la movida, junto a Alaska y Dinarama, Nacha Pop, Derribos Arias, Golpes Bajos, Aviador Dro, Gabinete Caligari, Video y Objetivo Birmania. Loquillo en estos tiempos era, se dice, el niño bonito de los amos de la movida, dividida desde su gestación en punkis (Siniestro Total y en general todos los que provenían de Vigo), teñidos (encabezados por Alaska y los hermanos Auserón de Radio Futura) y niños pijos (esencialmente, Los Secretos y Nacha Pop). Alaska era la reina del cotarro, y había acogido a Loquillo con los brazos abiertos, igual que la madre de Julián Hernández de Siniestro Total. Ya se sabe que las madres gallegas son las perfectas anfitrionas: juzgan tu pelo y tus tatuajes con una mirada enternecedora de absoluta incomprensión, pero te dan de comer hasta que revientas. Una noche, según cuenta Hernández en su libro “¿Hay vida inteligente en el rock and roll?”, Loquillo apareció en la Vía Láctea de Madrid con su séquito de hombres y mujeres de pelo teñido, y pasó de largo sin reparar en la presencia de Julián en la barra. Este, ni corto ni perezoso, le puso la mano en el hombro, sin temor a los 193 centímetros del Loco, que inmediatamente le saludó cariñoso y le preguntó cómo estaba, y también le preguntó por su madre. “Estoy muy bien y mi madre también”, contestó Hernández, “Pero estaría mucho mejor si la próxima vez que me vieras me saludases”. Al parecer, siguen siendo amigos, y Alaska ahora es tertuliana en la COPE. Cosas de la movida.
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