THE WALKING DEAD. Reflexiones sobre el capítulo 5x09. (SPOLIERS)
What Happened and What's Going On.
El domingo por la noche volvió The Walking Dead tras el parón de diciembre. Y lo hizo de una forma reflexiva. Con un capítulo de factura sicológica de similar esquema a otras entregas de las dos últimas temporadas. Si en la cuarta tuvimos un par de capítulo sobre el Gobernador, hace unos meses tuvimos el capítulo de Carol y el capítulo de Beth. Bien, en la entrega que sigue a la triste pérdida de Beth, la serie se centra en Tyreese.
Si bien en este caso los guionistas no aislan al personaje que llegó a la serie en la tercera temporada como hicieron con el Gobernador ni profundizan tanto en su psique como hicieron con Carol, sí presentan un planteamiento novedoso que quizá no se ha mostrado desde ese prisma antes. Es probable que sea la primera vez que se plantee abiertamente que ante las pocas posibilidades que da el estar vivo, la muerte no es una mala salida.
Rick, Tyreese, Glenn y Michonne se separan del grupo a modo de avanzadilla para llevar a Noah a su lugar de origen, un pequeño pueblo amurallado en las afueras de Richmond, Virginia. El grupo parece esperanzado con la oportunidad de volver a empezar pero una vez en Richmond, no hay nada. El lugar parece haber sido atacado y saqueado y los zombies campan a sus anchas.
Noah insiste en ir a su casa y Tyreese decide acompañarlo. Allí, en un despiste ilógico dentro de la situación que viven pero que habrá que aceptar como una licencia narrativa necesaria, un caminante le muerde en el brazo y el personaje interpretado por Chad L. Coleman comienza su particular Tour de Force hacia la muerte. En una especie de juicio final Tyreese recibe la "visita" de personajes ya fallecidos y casi unánimemente le exponen que no tiene de qué preocuparse, que las cosas vienen como vienen y que es mejor morirse que seguir luchando sin apenas posibilidades de sobrevivir. Más agresiva es la alucinación del Gobernador que ataca directamente el carácter de Tyreese intentando hacerle ver que la muerte era una cuestión que le llegaría más pronto que tarde.
Resulta curiosa la vuelta de tuerca de los guionistas a la perspectiva de la superviviencia. Hasta ahora había sido una lucha por la supervivencia con ciertos toques religiosos anclados en la moral cristiana. Pero en el capítulo del domingo The Walking Dead presenta a unos personajes más apagados y pesimistas. Sin una idea clara de hacia donde avanzar. Y Tyreese, no sin luchar y ya con el brazo amputado, decide rendirse y decir adiós en medio de una trama circular que hace referencia a su padre. Tyreese "escucha" un programa de radio en el que se realiza una crónica sobre ataques con machetes, desmembramientos y canibalismo en la costa Este hasta que le pide a Beth, que en su alucinación es quien conduce el coche, que apague la radio.
Quizá el supuesto programa de radio que escucha Tyreese sea un adelanto de lo que ocurra en los siguientes capítulos. En el pueblo de Noah se leen unas pintadas con "W", "Wolves" (Lobos) y "Los lobos están cerca" con lo que es de esperar que en los próximos capítulos sepamos quienes son ese grupo de "lobos". Aunque en las imágenes de adelanto de la próxima entrega ya hay nuevas referencias a esa W.
En definitiva "What Happened and What's Going On" es un capítulo de transición claro que aborda el camino de la rendición como una solución plausible ante un mundo en el que parecen apagarse todas las esperanzas. No alcanza la profundidad de los capítulos en soledad del Gobernador pero sí que se acerca, si no los supera en algún punto, a los de Carol y Beth. Los amantes de la acción deberán esperar.
Por cierto, que The Walking Dead volvió con 15.600.000 espectadores en la noche en la que se emitía el estreno de Better Call Saul, el spinoff de Breaking Bad que debutó con 6.900.000 millones de espectadores. Una muy buena cifra para el histriónico abogado judío afincado en Alburquerque, Nuevo México, ya que supone un nuevo récord en el estreno de una serie en su franja horaria del domingo a las 22 horas.
Música para la lectura: "Lie in the Sound", de Tresspaser William.
El domingo por la noche volvió The Walking Dead tras el parón de diciembre. Y lo hizo de una forma reflexiva. Con un capítulo de factura sicológica de similar esquema a otras entregas de las dos últimas temporadas. Si en la cuarta tuvimos un par de capítulo sobre el Gobernador, hace unos meses tuvimos el capítulo de Carol y el capítulo de Beth. Bien, en la entrega que sigue a la triste pérdida de Beth, la serie se centra en Tyreese.
Si bien en este caso los guionistas no aislan al personaje que llegó a la serie en la tercera temporada como hicieron con el Gobernador ni profundizan tanto en su psique como hicieron con Carol, sí presentan un planteamiento novedoso que quizá no se ha mostrado desde ese prisma antes. Es probable que sea la primera vez que se plantee abiertamente que ante las pocas posibilidades que da el estar vivo, la muerte no es una mala salida.
Rick, Tyreese, Glenn y Michonne se separan del grupo a modo de avanzadilla para llevar a Noah a su lugar de origen, un pequeño pueblo amurallado en las afueras de Richmond, Virginia. El grupo parece esperanzado con la oportunidad de volver a empezar pero una vez en Richmond, no hay nada. El lugar parece haber sido atacado y saqueado y los zombies campan a sus anchas.
Noah insiste en ir a su casa y Tyreese decide acompañarlo. Allí, en un despiste ilógico dentro de la situación que viven pero que habrá que aceptar como una licencia narrativa necesaria, un caminante le muerde en el brazo y el personaje interpretado por Chad L. Coleman comienza su particular Tour de Force hacia la muerte. En una especie de juicio final Tyreese recibe la "visita" de personajes ya fallecidos y casi unánimemente le exponen que no tiene de qué preocuparse, que las cosas vienen como vienen y que es mejor morirse que seguir luchando sin apenas posibilidades de sobrevivir. Más agresiva es la alucinación del Gobernador que ataca directamente el carácter de Tyreese intentando hacerle ver que la muerte era una cuestión que le llegaría más pronto que tarde.
Tyreese nos dice adiós.
Resulta curiosa la vuelta de tuerca de los guionistas a la perspectiva de la superviviencia. Hasta ahora había sido una lucha por la supervivencia con ciertos toques religiosos anclados en la moral cristiana. Pero en el capítulo del domingo The Walking Dead presenta a unos personajes más apagados y pesimistas. Sin una idea clara de hacia donde avanzar. Y Tyreese, no sin luchar y ya con el brazo amputado, decide rendirse y decir adiós en medio de una trama circular que hace referencia a su padre. Tyreese "escucha" un programa de radio en el que se realiza una crónica sobre ataques con machetes, desmembramientos y canibalismo en la costa Este hasta que le pide a Beth, que en su alucinación es quien conduce el coche, que apague la radio.
Quizá el supuesto programa de radio que escucha Tyreese sea un adelanto de lo que ocurra en los siguientes capítulos. En el pueblo de Noah se leen unas pintadas con "W", "Wolves" (Lobos) y "Los lobos están cerca" con lo que es de esperar que en los próximos capítulos sepamos quienes son ese grupo de "lobos". Aunque en las imágenes de adelanto de la próxima entrega ya hay nuevas referencias a esa W.
En definitiva "What Happened and What's Going On" es un capítulo de transición claro que aborda el camino de la rendición como una solución plausible ante un mundo en el que parecen apagarse todas las esperanzas. No alcanza la profundidad de los capítulos en soledad del Gobernador pero sí que se acerca, si no los supera en algún punto, a los de Carol y Beth. Los amantes de la acción deberán esperar.
Por cierto, que The Walking Dead volvió con 15.600.000 espectadores en la noche en la que se emitía el estreno de Better Call Saul, el spinoff de Breaking Bad que debutó con 6.900.000 millones de espectadores. Una muy buena cifra para el histriónico abogado judío afincado en Alburquerque, Nuevo México, ya que supone un nuevo récord en el estreno de una serie en su franja horaria del domingo a las 22 horas.
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