SU TA GAR + TUTAN COME ON. Kiñu Gatzetxea. Igorre. 31-1-2015
La capacidad de reinvención de la juventud vasca no conoce límites. Pasan los lustros, cambian las generaciones pero las inquietudes históricas y la capacidad de organización y trabajo siguen siendo poderosas. El movimiento juvenil que nació a principios de los 90 bajo las siglas AGE (Arratiako Gazte Elkartea) no cuajó. No consiguió un local y, probablemente, todavía estábamos en nuestra particular edad media en cuanto a implicación, ideas e iniciativas. La aventura fue bonita pero no fructificó. Sí lo hizo a finales de los 90 en la puerta de Arratia. Lemoa arrancó varias páginas de una historia en la que parecía escrito que en Arratia nunca tendríamos un Gaztetxe. Dima y Artea se sumaron. Y por fin Igorre. El concierto del sábado fue la puesta de largo de una idea romántica, necesaria y activa como la de la autogestión. Presentación en sociedad a lo grande con uno de los grandes nombres de la historia de la música vasca de todos los tiempos, Su Ta Gar, y uno de los nuevos nombres más sólidos de la escena, Tutan Come On. Kiñu Gaztetxea, eskerrik asko y buena suerte.
Tutan Come On. Sí, necesitamos un fotógrafo.
En lo musical, el cartel difícilmente podía ser más atractivo. Abrió Tutan Come On, dúo gazteiztarra de stoner punk que sorprendió con una puesta en escena sólida y potente. Lo hizo presentando los temas de su homónimo primer larga duración, una orgía guitarrera en la que las guitarras crugientes y abrasadoras del stoner rock se funden con la actitud contestataria del punk de una forma equilibrada y efectiva. En directo, "Toro Sentado", "Microsievert", "Tximinista" o "Jada Hilda" sonaron más gordos que afilados. El sonido en directo de Conde y Salterain es stoner pero el punk, al menos en la noche del sábado en Igorre, quedó difuminado entre la tormenta de riffs. No obstante, Tutan Come On no fallan. Guitarras cortantes con intenciones rítmicas, batería atronadora, compenetración y composiciones con brillo aseguran una experiencia placentera en directo. Tienen la idea pero esa idea ha de crecer y conociendo a sus componentes, la idea crecerá.
Su Ta Gar. Ibai Erauzkin.
En los últimos días de la primavera de 1991 Su Ta Gar presentó en Igorre "Jaiotze Basatia". Más de la mitad del público que llenó Keiñu en la noche del sábado estaba presente en la plaza de Igorre aquella noche. La otra mitad, probablemente, ni siquiera había nacido. En cierto modo, no porque la banda de Eibar no haya actuado en Arratia que lo ha hecho y en nutridas ocasiones, se cerraba un círculo. Y se abrieron innumerables. Se cerraba porque algunos mentalmente lo cerramos. Nos vino a la cabeza el momento en el que nació todo para nosotros. Y, en cierto modo, asistimos como invitados al momento en el que se vuelve a abrir un nuevo nacimiento, salvaje, para una nueva generación que ha emprendido una nueva aventura con la autogestión como bandera.
El cuarteto de Eibar arrancó su bolo encadenando cuatro temas de factura reciente con una solvencia espectacular: "Ametsak Pilatzen", "Nazkatu naiz", "Zure baitan" y "Etsi Gabe". Siempre ha sido uno de los valores añadidos de Su Ta Gar. Nunca han publicado un disco por publicar y siempre han defendido cada paso discográfico en directo de una forma valiente y envidiable. Una de las cosas que más sorpendió en Igorre fue que fueron precisamente los temas de "Ametsak Pilatzen" y "Bizirik Gaude" los que mejor sonaron dentro de una noche impoluta y sin altibajos de ningún tipo. Después de dos años sin verlos, fue agradable comprobar la buena salud de los temas más recientes en el directo de la banda. "Dabid eta Goliath" fue el primer pildorazo nostálgico de la noche. Puño en alto por la causa palestina y emociones disparadas.
"Azken gurutzada", "Bihotzeko su gar hau" y "Txakurrak solte" volvieron a mostrar a unos Su Ta Gar robustos y titánicos moviéndose por composiciones más recientes. La preciosa "Hitz magotuak" supuso la primera pausa en cuanto a potencia pero no en cuanto a intensidad. "Nazka", "Jainko Hilen Uhartean" y "Piztia" recuperaron el pulso eléctrico y la densidad sonora.
Más cargada de temas jóvenes la primera mitad del concierto y más cargada de clásicos la segunda mitad. Es obvio que Su Ta Gar ha sido una máquina de facturar discos perfectos a lo largo de ya dos décadas y media. Renunciar al componente emotivo no tendría demasiado sentido. Así que una vez llegada la orgía de recuerdos, grandes canciones, riffs metálicos y estribillos coreables, solo cabe rendirse ante la bestia metálica y disfrutar de todo su poder. Y en Igorre se disfrutó. "Mari", "Itxaropena", "Begira", "Jo Ta Ke" y "Rotaflexa Garraxika" cerraron el concierto como tal antes de los bises. A piñón fijo, sin escatimar en magia o energía. Siempre ha sido así.
"Zure argia", "Geroaren hazi heziak", "Gau iluna amaitu da" y "Zure atzetik" conformaron el primer bis. "Arbasoen Mendekua" y "Haika mutil" el segundo. Nadie falló una nota o una estrofa. Aitor no cantó solo. Tenía otras seiscientas gargantas dispuestas.
La mágica ceremonia se cerró con unos Su Ta Gar agradecidos y ovacionados por un público entregado. El rock es así. Siempre parece que se da sin recibir pero la música y el reconocimiento siempre están ahí, cerrando el círculo, empujando a las bandas hacia delante y a los oyentes a pedir más.
Su Ta Gar mostrando su agradecimiento. Ibai Erauzkin.
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