¿Por qué el post rock le sienta tan bien a las series de tv? Parte 1.
Herencia del universo indie. Aprovechamiento de recursos. Quizá una simple moda. El post rock se ha convertido en protagonista de algunas de las mejores series del panorama internacional en los últimos años. Explosions In The Sky, Mogwai y Mokadelic. Friday Night Lights, Les Revenants y Gomorra. Ritmos entrecortados, planos a contraluz y arquitectura distante.
Texas para siempre.
La imaginaria localidad de Dillon es la referencia genérica que sirve para hacerse una idea de cómo es un pueblo del oeste de Texas. Una población enfrentada a los problemas clásicos, no sé si de la sociedad yanqui o directamente de la narrativa yankee de los últimos cien años. Dillon es un laberinto pegajoso, un lugar en el que el tiempo parece estar detenido. Los segundos parecen horas, los minutos días y los días años. Salir de allí o ser alguien en la vida es el principal objetivo de superviviencia de una juventud que lucha por pasar el corte universitario. Si bien entre nosotros, hasta ahora, una carrera universitaria no ha sido tan determinante, en EEUU, en su problemática social, una carrera universitaria es lo que separa optar a una vida cómoda de caer en el ostracismo laboral. O como decían los cubanos adictos al exilio en el documental Balseros: Un carro, una casa, una buena mujer.
Video homenaje a la serie y a la aportación de Explosions In The Sky.
El principal drama de Dillon, Texas, que en la realidad se ajusta a las regiones geográficas de Midland y Odessa, era su propia existencia como pueblo. Sus mecanismos de control social infalibles. Las pocas posibilidades de escapar a ese control social. Pero había otro elemento que no hacía más que magnificar la catástrofe. El fútbol americano. En este caso en particular, el fútbol americano de instituto.
Llegados a este punto, algunos, quienes no conozcan la serie, se habrán echado las manos a la cabeza. ¿Fútbol americano e instituto? Con parte de razón pedirán que se les hable de algo que no conozcan. Bien, en cierto modo, Friday Night Lights, en especial durante su primera temporada, no es el típico producto high school drama con fútbol americano y animadoras. Aunque exista una buena dosis de todo ello.
La primera temporada debería ser entendida como una de las grandes temporadas de las grandes series de esta edad de oro que viven las series de tv. Con un carácter casi antropológico, Friday Night Lights explora la sociedad estadounidense desde una nueva perspectiva crítica y científica que roza el análisis sociológico. La alteración de los postulados no se dan únicamente en sus necesidades narrativas, también existe un nuevo prisma en el envoltorio que se elige para presentar el estado de las cosas en el basto medio oeste. El indie, tanto en lo cinematográfico como en lo musical, pasó a tomar el control. Cámara en mano, primeros planos incompletos, juegos a contraluz, movimiento, cortes que parecen sacados de un documental o de un vídeo casero integrados en el montaje sin ningún tipo de distinción.... y, además, el post rock de Explosions In The Sky acentuando los estados de ánimo y sentimientos en los que ahonda la producción de la NBC.
Friday Night Lights comenzó siendo un libro que recogía las vivencias reales de un equipo de fútbol de instituto en Texas. "Friday Night Lights: A town, a team and a dream" (1990), firmado por HG Bissinger, relataba la temporada futbolística de 1988 de los Panther del instituto Permian de Odessa, Texas. Lo que en un principio parecía el típico producto de héroes deportivos salidos de la América rural acabó siendo una dura crítica al cerrado universo de Odessa.
Catorce años después, en 2004, se estrenó un film basado en el libro de Bissinger. La antesala de lo que acabaría convirtiéndose en la serie de tv que conocemos dió uno de sus pasos más importantes cuando movió ficha para elegir su banda sonora. Brian Reitzel, quien fuera supervisor musical de "Las Vírgenes Suicidas" y "Lost In Translation", envió un email a los miembros de Explosions In The Sky preguntándoles si les apetecía componer la banda sonora para una nueva película en la que estaba trabajando. "Le dijimos que lo haríamos. Al de unos pocos días se puso en contacto con nosotros y nos explicó que la película se titulaba Friday Night Lights. No tuvo que explicarnos mucho más", explican EITS.
Lo cierto es que varios miembros del cuarteto habían nacido y crecido en la zona de Odessa y todos conocían de sobra el libro de HG Bissinger. Lo amaban y lo odiaban a partes iguales. Lo conocían. Y siguieron queriendo formar parte del proyecto. Unos meses más tarde EITS atacaba un estudio de Burbank, California, con la única supervisión del propio Reitzel y dos ingenieros que facilitaron todo tipo de material extraño que la banda nunca utilizó. "Pensábamos que el estudio nos pondría a mucha gente encima y que no nos iban a dejar trabajar pero no ocurrió nada de eso. Tuvimos libertad absoluta y no nos atrevimos a usar ninguno de los extraños teclados y sintetizadores que pusieron a nuestra disposición. Preferimos usar lo que conocíamos. Así que allí estabamos, viendo una película de fútbol americano y discutiendo sobre qué líneas podíamos componer algo que encajase", narra el cuarteto texano.
EITS comentan que estaban girando por Nueva York el día que la película se estrenó. Probaron sonido, fueron corriendo a un cine, vieron el filme y volvieron a todo correr a su sala para dar su concierto satisfechos por el resultado.
La bestia había nacido. El post rock había llegado al cine y, un par de años más tarde, en 2006, a la tv. ¿Qué aportaba una banda como Explosions In The Sky a la experiencia audiovisual de Friday Night Lights? En cierto modo, profundidad. Y algo extraño, consenso. Porque probablemente EITS le resultarán excesivamente banda sonora a la mayoría de los amantes del rock o del pop clásico o radiofónico. Por lo que encajarían a la perfección dentro de una banda sonora tiñiendo el producto de rock o, en este caso, de indie rock. O post rock. O post rock instrumental.
Friday Night Lights, la serie, sale beneficiada de la colaboración y en cierto modo es justo hablar de simbiosis. La experiencia narrativa y audiovisual parece completa con la incursión de la banda de Texas. Acentúan cada escena ya esté presente la intriga, la tensión, la frustración o el amor. Resulta sorprendente ver lo bien que caminan de la mano el miedo a la derrota ante una final estatal de fútbol americano de instituto y el post rock denso e introspectivo de EITS. Conectan tan bien que al final al espectador le resulta imposible separar en su experiencia entre lo que ve, lo que escucha y lo que siente.
Créditos de la primera temporada.
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