ESTANKONA. Poniendo palabras al eje.
"Soy un guitarrista pero siempre
al servicio de una canción rock"
al servicio de una canción rock"
Argazkia: Diego RUIZ DE GAUNA
Borja Estankona siempre ha sido un guitarrista peculiar. Muy alejado del universo de los punteos ha resultado ser un guitarrista amante del golpe de riñón, del vaivén sincopado, de texturas ásperas repletas de aristas enconadas. Un guitarrista que primero presenta un paisaje desolado y desesperanzador pero que luego, siempre o casi siempre, abre su corazón y se muestra tal y como es. Sensible, introspectivo, dulce y lejano.
Resultaba un guitarrista peculiar cuando Arean apareció en el panorama rockero vizcaino. Nótese que dice apareció y no irrumpió, que a todas luces hubiese sido más literario y, también, más manido. Pero es que Arean apareció y, tristemente, desapareció sin que demasiada gente reparase en la calidad y la necesidad de su propuesta musical. Ecos juveniles a la sombra del post rock vía Slint, tensión folk y emoción pasada por el tamiz de Jeff Buckley en su primer disco, homónimo, de 2004. Más riffs entrecortados y luminosos de cara a su segundo disco, "Higakorra" (2005). Ambos igual de buenos, igual de emocionantes e igual de necesarios. Ambos llorados en la distancia de un universo musical olvidado por la gran mayoría de la población. Pero todavía hoy, en largas jornadas invernales de casa y más casa, estos dos discos siempre aparecen por el tocadiscos.
Un buen día, Borja prefirió ser Estankona. Más él y menos otros. Fue fácil, entonces, darse cuenta de que Arean también fue mucho Borja y mucho Estankona. Bajo el nombre de Estankona han caído tres discos. El debú, de 2011, excelente, ya mostrando a ese músico que se siente cómodo en el traqueteo de un tren y que solo llora cuando llega a cada estación. "Fruitua" (2012), ahondando en los mismos surcos creativos pero con menos brillo. Y, ahora, "Ardatza", un eje donde Borja Estankona dibuja las emociones y los miedos que, a día de hoy, le invaden a la hora de empuñar su guitarra y componer.
"Ardatza" muestra a un Borja Estankona empeñado en buscar el equilibrio en una fina cuerda sobre un acantilado con miles de metros de caída libre. Un equilibro entre la supuesta fealdad de un discurso ruidista y repetitivo, de culto a un riff desnudo con apenas distorsión, y el desgarro emocional y mágico de los momentos más melódicos. Estankona navega gracias a un riff catatónico con los mismos ingredientes originales que el riff clásico de rock pero articulado con una sensibilidad especial y extraña.
"Ardatza" comienza con "Ostargia". Todas las cartas sobre la mesa. Guitarras entrecortadas, letras profundas, bajo y batería flanqueando las seis cuerdas, esperando el momento de distensión en el que Borja piensa con la emoción del estómago.
Estankona es reincidente. Tiene su catálogo de tonos ocres y fríos que desembocan, tarde o temprano, en un emotivo oasis de tonos cálidos que te abrazan en la mitad de una gélida noche. "Kolpatzea hautatzen dut" sigue ese camino como escalando montaña arriba. Subiendo y subiendo sin parar de subir. "Mozkortiarena" es una pieza juguetona, con aspecto folk. "Atzerabiderik gabeko eguna" es más arrojadiza, más rockera y convulsa. "Etena" devuelve la calma pero no cesa en su emoción con una parte central repleta de llanto y garganta sobrecogida. Otro tanto aporta "Erregua" antes de la luminosa y alegre "Aurrera", un corte instrumental donde Borja Estankona parece un guitarrista menos alejado del uso común que de su instrumento hacen el grueso de sus colegas guitarristas.
La recta final la ponen "Bilera", con marcado acento al legado de Mikel Laboa, y "Kate Arina", una de las pocas composiciones con punteo. Eso sí, un punteo elegante y sobrio a la par que corto.
"Ardatza" es un disco de notable alto que mantiene vivo el discurso musical de uno de los músicos, compositores y guitarristas más injustamente desconocidos de la escena rock de Bizkaia. Un músico con un lenguaje propio trabajado desde sus primeros días en Arean hasta nuestros días. Un guitarra que apenas se da importancia. Un compositor con sello propio que aprovecha el contraste entre lo feo y lo bello para pescar en río revuelto.
Borja Estankona ahotsa eta kitarra
Iñaki Alonso baxua
Koldo De Miguel bateria
Iñaki Alonso baxua
Koldo De Miguel bateria
¿Por qué sigue publicando discos Borja Estankona?
Es una tendencia que no abandonamos. Sigo publicando discos porque me mantiene joven y fuerte. Por razones que tienen que ver con mi vida, me da fuerza y protección emocional. Me ayuda a estar en forma tanto en el aspecto espiritual como en el físico aunque esto no lo diga en demasiadas ocasiones.
¿Alguna vez lo has visto todo perdido?
Cuando se deshizo Arean, sobre 2007, vi dificultades para seguir hacia delante. Fue una época muy difícil y en ocasiones pensé que la música se había acabado y que iba a tener que enfocar mi tiempo y mi energía en otras cosas. Aquella idea no me gustó demasiado. Lo superé.
¿Sientes que tienes público? ¿Para quién publicas?
Seguramente esta es una asignatura pendiente. He de empezar a preocuparme más por aspectos relativos al mero hecho de publicar música, porque tener público no es únicamente una condición que viene de la música que haces, el nivel de promoción y la suerte son importantes también. Ahora, una vez que ya he tomado la decisión de que la publicación del disco recaiga sobre mí, haré el esfuerzo porque el disco llegue a todas partes. Mi público es minoritario pero puede que sea una consecuencia de que mi música no se ha escuchado. Creo que hago algo especial y me gustaría creer que ahí fuera hay gente esperando mi música.
¿Tienes herramientas para hacer todo eso solo?
El tiempo es la herramienta más importante. Por suerte, ahora tengo tiempo ya que trabajo en educación a media jornada. Voy a hacer el esfuerzo para que mi música esté presente de una forma más clara en Euskal Herria. Hace falta ilusión para sacar adelante todo el aspecto burocrático. Como casi todo puede hacerse con el ordenador no hace falta tanto movimiento físico. El email, las redes sociales ayudan mucho. Pero también hay que mover el disco físicamente, entregar currículums... He de encontrar cuál es el método apropiado.
Argazkia: Diego RUIZ DE GAUNA
¿Te sientes guitarrista o músico?
Buena pregunta. Yo me veo como un músico porque hago música. Pero veo mi perfil como el de un escritor de canciones, un escritor de canciones rock, mejor dicho. Y toco la guitarra. Soy un guitarrista pero siempre al servicio de una canción rock. No soy una persona que esté demasiado tiempo alrededor de su guitarra. No cuido la guitarra con devoción, no cambio las pastillas de la guitarra y no investigo demasiado en pedales. Prefiero una buena guitarra y un buen ampli y a trabajar. Si consigo unas condiciones mínimas la canción es lo que más me llama
Eres un guitarrista curioso que coloca los golpes y el aspecto rítmico por encima de fluir.
El formato trío te empuja a tener una filosofía que tiene la firmeza como base. Quiero ser más libre con este disco. En los directos también quiero moverme de una forma más libre y por eso me muevo más por los ritmos. En este disco solo he metido dos solos y me he dado cuenta que quizá es algo que tengo que trabajar más en el aspecto melódico.
En tus comienzos te recuerdo escuchando heavy y practicando solos.
Cierto. Cuando empecé, 14-15 años, la fuente era el blues. Poder hacer diferentes dibujos con un solo acorde era algo de agradecer. Pero sí, escuchaba heavy al de pocos años. Mis padres tenían un tocadiscos antiguo y ahí averiguaba qué hacía Aitor en los discos de Su Ta Gar poniendo la música a menos revoluciones. Más o menos así estuve un año pero aquello no tenía una salida creativa. Fue un año tirado a la basura en ese sentido.
¿Cuál ha sido tu evolución como guitarrista?
Es algo que ocurre constantemente. Con este disco he querido trabajar un concepto más barroco. Más gótico. Con más aristas. Más dramático. Que exprese más dolor. Para trabajar el aspecto terapéutico. Cuando publiqué los dos anteriores discos vivía momentos más oscuros y quizá por eso busqué un discurso con más luz y más amable. Creía en la fórmula pop y en su habilidad para subir el ánimo y por eso cogí ese camino. Ahora, quizá porque estoy mejor, he decidido no guardar nada en mi interior. En vez de reciclar mi malestar mediante música luminosa y organizada, lo dejo salir todo fuera. Quiero poner la música al servicio de eso.
En una ocasión me dijiste que, en lo referente a lo musical, no estabas dispuesto a vivir la nostalgia de otros. ¿Todavía lo defiendes?
No recuerdo haberlo dicho pero entiendo que no te lo has inventado. Entiendo a los que escuchan música de los 50, 60 o 70. Entiendo que coloquen la autenticidad por encima de la actualidad. Pero yo necesito ambas cosas. Y encima, además de la actualidad o la autenticidad, también agradezco que exista algo de proyección al futuro. Es más, creo que es necesario. Mi utopía sería la siguiente: hacer la música que reflejase mi personalidad, la personalidad de mi pueblo, respetando el pasado y el futuro, y que fuese disfrutable ahora mismo. Que sea atemporal. Eso es lo que hace que la rueda siga girando porque solo con la nostalgia no hay nada que hacer.
En Arean las referencias quedaban más a la vista. Más claras. Desde que Estankona es Estankona, sin embargo, todo es más oscuro.
Últimamente he escuchado músicos que no se mueven dentro de un discurso rockero. Músicos que en directo llevan a cabo otro tipo de perfomance. Como el flamenco. La perfomance en directo del flamenco no es la misma que en la cultura rock pero la tensión, la pasión o la energía que transmite Paco de Lucía, por ejemplo, tocando sentado en una silla es espectacular. He hecho algún seminario sobre música del Mediterraneo en la isla de Creta. He puesto mucha atención a las músicas de aquel entorno geográfico. La experiencia vivida me ha enriquecido. Pero yo soy rockero. Hay una parte dentro de mí que termina aburriéndose con la música étnica o el folk. Necesito acoples y la economía que da el rock a la hora de componer. Con esa intuición me he acercado a esa música y a ese enclave geográfico y ha funcionado. En muchas ocasiones las direcciones por las que te lleva la creatividad son meras excusas.
¿Por qué surgió y desapareció Arean?
Surgió como surgen esas cosas cuando tienes 18 años. Un poco por casualidad, un poco porque éramos amigos de amigos o porque éramos rockeros. Al principio Arean no era Arean. Eramos chicos diferentes. A uno le gustaba Dut, a otro Jane's Addiction y a otro Pearl Jam. Luego, poco a poco, nos metimos en el unvierso post rock con Slint, Come o Godspeed You! Black Emperor. Por aquel entonces hacíamos canciones instrumentales largas. Y después de eso llegó Arean: la propuesta surgida del trabajo de tres chavales durante cinco años. La ambición y las diferencias fueron, entre otras cosas, las principales razones por las que desapareció Arean. Así lo recuerdo yo.
Argazkia: Diego RUIZ DE GAUNA
¿Cuándo te diste cuenta de que eras Estankona o de que podías ser Estankona?
Tras la desaparición de Arean. Vi que las cosas tenía que hacerlas yo solo porque soy muy cabezón y me cuesta mucho ser generoso con mi trabajo. Ahora no necesito ningún tipo de consenso para tomar decisiones. Puedo acometer cambios de formación de una forma más sencilla, por ejemplo. Sentía que esa libertad iba a repercutir en fertilidad creativa y así ha sido. Por esas razones puse en marcha Estankona.
"Ardatza" es el título de tu disco. En ocasiones los discos se ponen por poner y en otras existe una razón. ¿Cuál es tu caso?
La explicación viene de la imagen de la portada. Es un dibujo hecho por mí. Al principio manejaba el concepto de la rosa silvestre para el disco. La rosa, con sus espinas, con la carga simbólica en torno a la pasión. La rosa silvestre es blanca. Cada año nacen delante de mi casa de Artea. Pero no encontré una imagen. Al final, cree esta imagen partiendo de elementos y seres que están relacionados con mi música: el sol, un águila, un árbol y una serpiente. Alineados, al estilo de los Totems de los indios norteamericanos. Alineados y simétricos. Debido a esa alineación me vino a la cabeza "Ardatza", eje, porque explica muy bien la imagen. Después de ponerle el nombre caí en que Jimmi Hendrix le había puesto "Axis Bold as Love" a uno de sus discos. Me pareció curiosa y bonita la coincidencia.
Recién grabado y listo para ser publicado.
Ahora se abre otro ciclo, el de llevar el disco a la gente. Será otro tipo de inversión de energía. También vendrán los directos y espero dar la talla. En muchas ocasiones esa motivación te da el impulso para escribir nuevas canciones. Así que veo necesario todo esto.
¿Contento con el resultado?
Sí. Algunas canciones son antiguas. "Ostargia y "Bilera", más concretamente. El resto son nuevas. Son composiciones que he ido apartando a lo largo de tres o cuatro años. Temas que tenían cualidades de sonido y emocionales que los diferenciaban de lo que estaba haciendo en ese momento. Hay once temas. La última, "Bagoaz", es corta. Es un ritmo instrumental que sirve para decir adiós. También hay un momento con sonidos de calle y de coches, "Etxearen bila". Así que canciones son el resto, las otras nueve. Me han dado mucho trabajo y las he trabajado pacientemente. Estoy contento con lo conseguido.
¿Es complicado mantener una banda?
En mi caso quizá porque es una prioridad no lo considero difícil. Si la gente calculase el esfuerzo que hago se daría cuenta de que no es ninguna broma. Elegí trabajar a media jornada pese a ser una realidad que te limita en lo económico porque así dispongo de más tiempo. Para hacer música, necesito tiempo. Vivo en un alquiler bastante humilde. Sin darme cuenta he tomado muchas decisiones en una misma dirección. ¿Es difícil? Yo lo hago muy feliz pero alguna vez tendré que comprobar si existe una correlación entre la inversión económica, filosófica y anímica que realizo y lo que me viene de vuelta. Alguna vez me preguntaré en serio a mi mismo si esto tiene sentido. Sospecho que el resultado de todos esos cálculos me dirá que esto es una locura. Pero de momento no voy a hacer esos cálculos. Lo que sé a día de hoy es que todo esto me ayuda a ser más fuerte y más feliz. Así que adelante.
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